26/3/10

Volver

Hoy ha sido especial, uno de esos días que te dejan buen sabor de boca, uno de esos días en los que te quedas con la satisfacción de volver a un lugar, echar la vista atrás y sentir que has vivido una experiencia que ha marcado tu vida. Qué paradoja: nada es eterno y sin embargo todo permanece.

Hoy volví a mi antiguo trabajo, que es prácticamente como volver a casa por Navidad: una gran familia, una buena comida y siempre algo que celebrar. Fueron casi tres años de vida auténtica en los que mastiqué hasta las milésimas de segundo, por eso irme fue como ahogarme en lágrimas. Precisamente volví para una despedida y la lloré como si estuviera reviviendo la mía hace un par de años.

¡Cómo cambia la vida!, ¡el tiempo pasa volando!... esas son frases perennes pero veraces al fin y al cabo. El cambio siempre ha ido parejo con la nostalgia y nostalgia es lo que he sentido hoy desde que he subido al metro hasta que me he sentado en la mesa de nuestro "cuartito" de la oficina para tomar uno de esos cafés a carcajada limpia. De repente fue como si no me hubiera ido nunca, como cuando escribí aquel antiguo post un 31 de octubre de 2008 que decía: chismorreo-sillas arrastrándose-taza de café-unión: cariño. Tal cuál.

Despedirse para reencontrarse siempre es un deleite. Volver y ver todas las esquinas empapeladas con nuestras fotos es emocionantemente conmovedor. Y sacrificar ese gran momento de mi vida por un cambio atrevido ha valido la pena porque el regreso a lo que fue y ya no es, pero en el fondo sigue siendo, es tan dulce que cautiva. Todos hemos sido imprescindibles en ésta, nuestra historia, la de "la sexta".